Dicen que quien canta, a su mal espanta. Pero hay una mujer que decidió cambiar un poco el conocido refrán. Rozalén decidió hacer frente a los males cantando, y es que cómo canta. El pasado 23 de abril pudimos disfrutar del talento de la cantante albaceteña junto a su banda, con quienes derrocha complicidad, en el Pabellón Santiago Martín.
El concierto tuvo cierto tono de despedida, ya que era el último de los tres que habían ofrecido en las islas; aun así, la emoción fue quien reinó en la noche. Lo hondo que calan tanto sus letras como su voz logró que esa emoción nos embargase a todos. Un público muy entregado, que cantó desde los temas más sonados, como “La Puerta Violeta” o la merecedora del Goya “Que No, Que No”, pero también la acompañaron en los temas de su último álbum, El Árbol y El Bosque.
La actuación comenzó con los dos temas que abren su último trabajo, “Este Tren” y “A Tu Vida”, las cual fueron idóneas, ya que con sus ritmos nos hicieron conectar desde el minuto uno. Sin olvidarse de sus anteriores álbumes, el tercer tema nos trajo de vuelta los ritmos de su Quién Me Ha Visto y Quién Me Ve, con su tema “Será Mejor”.
Más de uno ya estábamos con la emoción desbordándonos y el tema “Justo”, en el cual recuerda la historia de su tío abuelo, desaparecido en la Guerra Civil, nos erizó a todos la piel. Algo muy emotivo también es el hecho de que las personas sordas puedan disfrutar de las actuaciones de esta artista gracias a Beatriz Romero, quien interpreta en lengua de signos las canciones en todos y cada uno de sus conciertos.
La presencia de los temas de su último trabajo fue bastante importante, algo que gustó mucho, ya que pudieron oírse las voces cantando canciones como “Aves Enjauladas” o la carismática “Que No, Que No”. Pero también gustó el hecho de recuperar temas tan míticos como “80 Veces” o “Tu Nombre”, en las cuales canta al desamor, pero con ese tono tan particular que Rozalén tiene.
El concierto culminó con el que ya es un himno feminista, “La Puerta Violeta”; también con el canto al amor sano y mutuo que se elogia en “Girasoles” y, por último, la manifestación de felicidad y de ganas de seguir adelante que componen “El Paso del Tiempo”.
Rozalén nos llenó a todos de vida, pero también de reivindicación, porque si hay algo admirable en su música y en sus actuaciones es la importancia que da a las luchas sociales. En formato de canción es capaz de transmitir unos mensajes muy fuertes y contundentes que no dejan a nadie indiferente. Como ella bien dice, hemos tenido el privilegio de nacer en libertad, y la artista lo recuerda en todas y cada una de sus letras.
Rozalén es el eco de muchas voces y, por ello, nos ha hecho muy felices poder disfrutar de ella en Tenerife.
María Sotelo