Todos hemos necesitado pedir pausa alguna vez, pero creo que el momento en el que todos pulsamos ese botón fue el día que Izal anunció su parón indefinido. Por un instante, el mundo se detuvo. Por suerte, siempre nos quedará su música y el recuerdo inolvidable de lo que vivimos el pasado día 29 en el Wizink Center de Madrid.
Izal ha sido una de las bandas indie más importantes del panorama musical español desde hace años. Sus canciones nos han acompañado en momentos felices, pero también han sido medicina para el alma en los más duros. Por ello, esa conjunción de emociones estuvo presente durante el concierto del sábado: la felicidad de verlos y la tristeza de saber que iba a ser la última vez, al menos durante un tiempo indefinido.
La banda madrileña conformó un set-list que era el recorrido perfecto por toda su trayectoria. Estuvo muy presente su último álbum, Hogar, pero no se olvidaron de temas que a todos nos han marcado y que viven en nuestra memoria.
El concierto comenzó vibrante con “Fotografías”, uno de los temas más eléctricos de su último trabajo. “El Pozo” nos hizo levitar gracias a su fuerza, siendo capaces de olvidar, por un momento, la despedida que estábamos viviendo. “Asuntos delicados” fue el telonero perfecto para la locura que se desató con los primeros acordes de “Copacabana”, uno de los temas más míticos de Izal.
Nos pusimos bastante sentimentales al ritmo de “Meiuqér”, ese primer adelanto de Hogar, que a todos nos dejó descolocados, pero enamorados con su letra. Con el corazón lleno cantamos “Pequeña Gran Revolución”, que no dejó a nadie sin los ojitos un poco húmedos. Intercalando trabajos, pudimos disfrutar de “He Vuelto” conjugada con temas anteriores como “Los Seres Que Me Llenan” o “Agujeros de Gusano”.
La “Inercia” nos llevó a decir adiós al “Pánico Práctico”, sintiendo esta noche como una “Autoterapia”. De su trabajo previo, también sonaron algunos temas míticos como “La Increíble Historia del Hombre Que Podía Volar Pero No Sabía Cómo” o “Bill Murray”.
A pesar de que todos pensábamos que dirían adiós con “Despedida”, aún quedaban unos cuantos temas para el emotivo final. “Hogar” y “El Baile” fueron como dos polos opuestos que se atraen al converger en esta mezcla de emociones.
Los últimos tres temas fueron entonados como himnos por los miles de fans que estaban esa noche allí: nadie puede negar que con “Pausa” sentimos un nudo en el estómago, con esa voz casi quebrada por completo de Mikel y las lágrimas de toda la banda al ver cada vez más próximo el momento de decir adiós. Pero un concierto es una celebración de la vida y, por ello, escogieron sus memorables “Qué Bien” y “La Mujer de Verde” para poner el broche de oro a un concierto en el que todos dejamos un pedacito de nosotros.
Izal ha sido más que una banda para muchos; ha sido una forma de salir adelante gracias a la cantidad de sentimientos que nos regalaron los componentes del grupo con cada una de sus canciones. Puede que este parón indefinido suene a despedida, pero ¿quién sabe? La música siempre puede lograr que se haga realidad la magia y los efectos especiales.
María Sotelo